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Meade y el perro de las dos tortas

México (La Razón).- Lo que va a pasar con el actual titular del Banco, Agustín Carstens, está sabido: el 1 de diciembre deberá asumir un nuevo cargo en el extranjero, ni un día antes ni un día después.

Lo que no está nada claro es quién será su sustituto y cuáles serán las repercusiones de ello en el gabinete y sobre todo en la elección presidencial. Lo que decida el Presidente obligará a varios movimientos que deberán estar bien amarrados, que garanticen al PRI unidad y que se presente el menor número de brincos.

La decisión para el Banco de México pareciera que en el papel va a causar pocos problemas al Presidente, existe una extensa baraja de buenos personajes ampliamente preparados para encabezar el Banco Central.

Lo único que no puede pasar es postergar la decisión. Por ley tiene que haber gobernador del Banco de México el 1 de diciembre y sobre todo porque no hacerlo sería enviar una muy mala señal a los muy sensibles mercados y a los siempre atendibles y necesarios equilibrios económicos.

A estas alturas todo indica que la designación del gobernador depende de lo que bien podríamos llamar el “factor Meade”. El titular de Hacienda encabeza las listas de los posibles en las dos grandes decisiones que deberá tomar el Presidente.

Meade debe saber que él no decide y que más bien van a decidir por él. Pudiera ser una víctima de las circunstancias y quedarse como el perro de las dos tortas.

Si fuera el candidato externo del PRI las posibilidades de una derrota son más que factibles. Al tricolor ya no le alcanza con el voto duro ni con el del Verde, el cual anda presumiendo que puede ir solo, no hay manera de creerle.

Lo que está haciendo el Verde Ecologista es vender una vez más sus huesos porque se ha dado cuenta, en función de los escenarios, de que vale mucho para el PRI y el gobierno; está en la vendimia, como le hace cada tres y seis años.

Lo hizo con el PAN y lo viene haciendo con el PRI. Es sólo cuestión de tiempo para que le encuentre “virtudes” al candidato de Los Pinos.

No se puede escatimar el valor del “factor Meade” aunque las circunstancias le dicten el qué hacer. Puede ser un candidato a la Presidencia del PRI más pensado hacia el exterior que al interior. El voto duro del tricolor ya no da para ganar. La atomización del sufragio le puede venir bien al PRI, pero no hay certezas bajo el “factor Meade” de cómo vayan a reaccionar los priistas.

Si el titular de Hacienda no logra entrar en el priismo no se puede dejar todo al voto externo, no da para ganar bajo ningún escenario. Meade no puede ganar si en el PRI no se logra un consenso. El priismo tiene memoria y sería brutalmente absurdo menospreciarlo; el singular corredor Roberto Madrazo, siendo priista supuestamente de cepa, lo vivió en carne propia.

A José Antonio Meade no le van a valer su reconocidas cartas credenciales. Está metido en escenarios, que a diferencia de lo que hace con las finanzas, no puede controlar.

Da la impresión de que a estas alturas va a terminar por ser el candidato del PRI, van a decidir por él y sobre él. El tricolor tendrá que hacer un control de daños pensando en el priismo de siempre que encarna, de alguna manera, Miguel Ángel Osorio Chong.

El “factor Meade” será clave antes de que acabe noviembre. Su futuro es paradójicamente luminoso e incierto.

En el momento más importante de su vida profesional pudiera ser que no esté en él decidir y en una de ésas quedarse como el perro de las dos tortas.

 

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