Ciudad de México. (Milenio).- Has esperado ese mensaje desde que supiste que inventaron la vacuna. Tienes 78 años y un miedo tremendo al virus. Pero ahora que a tus hijos les ha llegado el mensaje telefónico donde les avisan que tu cita para vacunarte es este martes 30 de marzo, resulta que no puedes.
Y no, no es porque en diciembre pasado te hayas fracturado la cadera: podrían llevarte en la silla de ruedas. Tampoco es porque en enero te hayas contagiado y creas que los anticuerpos que generaste son para toda la vida. No. Sucede que hace unas semanas te encontraron un tumor maligno en el riñón izquierdo.
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Uno de los oncólogos que fuiste a ver, uno que atiende a tu nuera, te ha explicado que, como aún no te han realizado la biopsia para determinar la gravedad del cáncer, tu sistema inmune podría sufrir una reacción adversa a distintos tipos de vacunas. “A todos mis pacientes les he prohibido vacunarse”, te dijo y después te entregó un folleto de la American Cancer Society donde leíste que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos no incluyeron a los pacientes con cáncer ni a las personas con antecedentes de cáncer para recibir las vacunas inicialmente.
También leíste que las reacciones adversas dependen del tipo de cáncer que la persona padece (o padeció), de si la persona aún se encuentra recibiendo tratamiento oncológico, y depende de si el sistema inmunitario funciona apropiadamente. “Lo mejor es consultar con su médico antes de recibir cualquier tipo de vacuna”. Y este médico, al menos, te ha dicho que no te vacunes.
Lo mismo te sugirió la oncóloga del IMSS. “Nada de vacunas, ni la de la influenza, hasta tener los resultados de la biopsia”, te dijo a principios de marzo, cuando te entregó el pase médico para que fueras al Centro Médico Siglo XXI, donde te atenderán a mediados de abril porque, justo esa especialidad, la nefrología, está saturada.
El oncólogo que descubrió tu tumor es de los que te sugirieron vacunarte. “Los enfermos de cáncer son prioridad”, te dijo y te recomendó informarte más en internet. Pero la información gubernamental y científica es tan poca que, el último médico que consultaron, un nefrólogo, amigo de uno de tus hijos, te explicó que no hay evidencia científica sobre la seguridad de la vacuna contra el covid-19 en pacientes con cáncer porque a éstos se les excluyó en la mayoría de las pruebas clínicas de las vacunas aprobadas hasta ahora.
“Es su decisión tomar el riesgo de vacunarse”, te dijo y por eso no irás a tu cita hoy. Y te duele. Y te entristece, porque has estado esperando la vacuna desde que supiste que la inventaron.
