(EFE) Han pasado tres años desde que el último soldado estadounidense abandonó Afganistán, perdiendo una guerra de dos décadas contra los talibanes. Entre los olvidados de esta crisis se encuentran miles de afganos que colaboraron con las fuerzas internacionales que siguen esperando una prometida e incierta evacuación.
Es el caso de Mohammad Dawood Noorzai, un hombre de 52 años que trabajó por años como chófer de las fuerzas extranjeras y que lamenta que no ha recibido el visado a pesar de haber presentado varias solicitudes a Canadá y Estados Unidos tras la llegada al poder de los talibanes en agosto de 2021.
«He trabajado como chófer de espías estadounidenses en una misión de riesgo, me enfrenté cinco veces a ataques suicidas, pero con la retirada de las fuerzas extranjeras nos quedamos atrás en una situación peligrosa», dijo Noorzai a EFE.
Los talibanes tomaron Kabul el 15 de agosto de 2021, pero la retirada del último soldado estadounidense no ocurrió hasta minutos antes de la medianoche del 31 de agosto, acabando con veinte años de presencia extranjera en este país asiático.
Esa retirada de las tropas de la OTAN dejó imágenes de absoluto caos en el aeropuerto de Kabul con miles de personas que intentaron por todos los medios abordar los vuelos de evacuación por el miedo a que los talibanes tomaran represalias contra aquellos que colaboraron con las tropas extranjeras.
Como muchos otros afganos, Noorzai decidió abandonar Afganistán junto a su familia y emigrar a Pakistán, pero acabó siendo deportado a su país natal.
«Cuando no recibí respuesta a mis solicitudes , llevé a mi familia a Quetta (Pakistán), pero como cabeza de familia tuve que trabajar y los soldados paquistaníes me deportaron, mientras que mi familia permaneció allí», lamentó.
Su principal problema, relató, es que no posee un pasaporte que le permita obtener el ansiado visado, pero a su vez teme acudir a la oficina para obtenerlo, por temor a los talibanes.
Los talibanes no cumplieron su palabra
El Gobierno de facto de los talibanes anunció tras su llegada al poder una amnistía general para los funcionarios del depuesto Gobierno de la república y los colaboradores de las fuerzas extranjeras, a quienes aseguraron que debían mantener la calma y que no sufrirían represalias por su trabajo anterior.
Sin embargo, la misión de la ONU en Afganistán (UNAMA) y otras organizaciones internacionales han denunciado cientos de casos de ejecuciones extrajudiciales y detenciones arbitrarias, torturas y desapariciones forzadas de afiliados al antiguo Gobierno.
Otra persona que colaboró estrechamente en proyectos de Estados Unidos y Canadá es Mohammad Saqib, de 42 años, quien denunció haber sufrido varios registros de su casa por parte de las fuerzas de seguridad de los talibanes, lo que le ha obligado a cambiar continuamente de domicilio.
«Después de la toma de poder de los talibanes, han registrado mi domicilio en mi busca varias veces. Estoy cambiando continuamente de ubicación», afirmó.
Sahib efectuó su solicitud de visado en julio de 2021, un mes antes de la retirada de las tropas extranjeras, ante los Gobiernos de Estados Unidos y Canadá, pero todavía no lo ha recibido.
«Para ser sincero, es muy difícil seguir viviendo tu vida cuando no sabes cómo será el próximo año», agregó, antes de indicar que solo ha visto a su familia cinco veces desde entonces, que acude a Kabul «a escondidas» cada vez que quiere verle.
Un proceso demasiado complejo
Las críticas al proceso requerido para obtener el visado son un denominador común entre los afganos, que lamentan que los Gobiernos extranjeros les han fallado.
Kamal Khan, un ingeniero de 56 años que esconde su verdadero nombre bajo este pseudónimo, estuvo a cargo durante años de facilitar la difusión de las emisoras de radio Azadi Ghag y Voice of America en Afganistán.
Según Khan, cuya solicitud de visado también lleva paralizada desde hace tres años, el proceso es demasiado complejo y requiere tiempo.
Para presentar la solicitud de visado para Estados Unidos, los afganos deben presentar su historial de servicio con lo estadounidenses, proporcionar una carta de recomendación de un supervisor estadounidense y describir las amenazas que han recibido como resultado de su empleo.
Además, deben acudir a una entrevista en persona y someterse a exámenes médicos y de seguridad en una embajada estadounidense. Sin embargo, la ausencia de servicios consulares en Afganistán, ya que todos los países cerraron sus misiones diplomáticas tras la llegada de los talibanes, los obliga a viajar al vecino Pakistán o a terceros países.
«Miles de colaboradores estadounidenses no pudieron completar el proceso y el requisito debido a diferentes razones, incluido el analfabetismo y no recibir apoyo de su supervisor estadounidense, y se quedaron sin destino», sentenció Khan.