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Love song…

Por Jason Vásquez

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«Whenever I’m alone with you
You make me feel like I am home again.»
Decía la bisabuela Natalia que de amor y de hambre solo los «pendejos» se mueren.

lo repitió tanto que al final se convirtió en un salmo, en algo que nosotros como familia creemos.

Nadie se muere amor.

(aparte de la Julieta de Shakespeare o Tita de Laura Esquivel)
Mi abuela Luisa tiempo después solía contarnos algunas tardes de viernes justo después de que llegaba del mercado esta historia:
Cuando llegué del pueblo lo primero que hice en la capital fue buscarme un trabajo para mandar dinero a mi mamá y mis hermanos, al ser la mayor me hice cargo de los gastos de la escuela de mi hermano Felipe y de los que se quedaron en Chalma.

Encontré trabajo haciendo limpieza en una casa, pero sobre todo tenía a mi cargo el cuidado de una pequeña niña, yo era lo que en ese tiempo llamaban «La nana». Trabajé varios años ahí, les agarré mucho cariño, esta familia eran buenas personas pero me daba cuenta que me estaba haciendo mayor, que si seguía ahí se me iba a pasar el tren…

Quería una familia y aunque quería mucho a mi niña también quería tener mis propios hijos.

El domingo temprano que era mi día de descanso me fui a la basílica de Guadalupe a pedir por mi familia, con lágrimas y fe le pedí a la virgen que me mandara un marido, sólo le puse tres condiciones, que no fuera soldado porque le pegan a sus mujeres, que no sea policía porque me lo pueden matar en el cumplimiento de su deber y que no fuera rico sino todo lo contrario, alguien humilde y que me respetara.

Una vez concluido su acto de fe salió al atrio de la basílica donde en medio de la gente un joven con vaselina en el cabello, bigote recortado y pantalones de pachucho le tomó una fotografía con una prehistórica cámara y le pidió su dirección con el objeto de vendérsela en un par de días.
Era mi abuelo Leobardo, ese mismo día se conocieron.

Así de rápido funcionaban los Milagros en 1945…
Escribo esto en estos tiempos duros donde pareciera que el amor lo compras en lata y con fecha de caducidad, en tiempos en que partimos de la idea de que toda relación es temporal. Donde pareciera también que las uniones para toda la vida como las de antes ya no fueran viables ni socialmente «cómodas».

A veces cuando veo a mis amigos o a mi familia en medio de disputas legales para ver quién se queda con la casa y los niños, no puedo evitar sentirme en una vorágine de divorcios dos por uno.

Mis abuelos cumplían cincuenta años de casados en mayo y estaban planeando una pequeña fiesta a pesar del estado de salud de mi abuela, antes de morir ella en febrero Don «Leo» le alcanzó a decir: No te preocupes chaparrita, yo te alcanzo en unos meses para bailar el vals contigo, y fue justo como sucedió.

El matrimonio de mis abuelos fue difícil, complicado, con altas y bajas, recuerdo toda mi niñez escuchar los gritos de mi abuela y no entender qué se escondía detrás de la sonrisa en los labios de mi paciente abuelo…

Pero es mi pequeña isla de salvación cuando en todos lados nos dicen que las relaciones no son duraderas,ellos son mi única referencia de que es posible pasar el resto de tu vida con una sola persona.
Es verdad que de Amor nadie se muere como decía la bisabuela, pero también es verdad que es posible morir rodeado de amor y aún así prevalecer más allá de fronteras, de tiempo, distancia e incluso de muerte.

Vallarta, Semana Santa 2016.

 

Blogguer: De las cosas sencillas.
Twitter: @jasonpata
Contacto: jasonvasquezmarketing@gmail.com

Del autor:

Jason Vásquez es: clown (conocido), músico (desafinado), dramaturgo (incipiente), escritor (de baqueta) y Director del Festival internacional de Circo, Comedia y Artes de la Calle VIDAFEST y de la Compañía Pata de Perro, desde hace veinte años.

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