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El que esté libre de stalkers…

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Una mañana justo antes de salir al trabajo Laura se despidió de mi, (he cambiado el nombre para proteger la identidad de Martha), cuando desperté del todo me di cuenta que había olvidado su teléfono en la mesa de noche.

No le di importancia hasta más tarde, cuando encendí el mío y recibí un correo de ella donde suplicaba: no vayas a revisar mi teléfono por favor…

Entonces, justo entonces, fue cuando volteé a a ver el dispositivo inmóvil que se encontraba mirándome fijamente mientras por mi cabeza resonaba una y otra vez la misma pregunta: ¿porqué no quiere que lo revise?

¿Qué hubiera hecho usted? Sí, usted que incidentalmente me ha seguido ante esta disyuntiva de respetar el derecho ajeno para conseguir la paz (según Juárez) o sucumbir ante las más podridas y suculentas entrañas de saciar esa curiosidad malsana.
Aquel que esté libre de stalkers que deje su teléfono sin contraseña…

Esta palabra que actualmente se ha convertido en una práctica común proviene de la palabra Stalk que a su vez se puede traducir como «Acosador».

En las redes sociales se caracteriza por una serie de acciones y comportamientos que van desde revisar los perfiles privados de esa personita «especial», fotos, estados, twuits y en el más extremo y heavy de los casos, utilizar la propia información personal para realizar actos de intimidación, extorsión y todas esas chuladas que realiza el crimen (bien) organizado.

¿Es nuevo el Stalkeo? ¿Será acaso que con la aparición de Facebook y Twitter comenzamos a darnos cuenta de todos estos patrones extraños en el comportamiento de nuestras parejas?

No lo creo, tengo la impresión que antes al Stalkeo se le llamaba «Intuición» y en lugar de revisar el celular nos la pasábamos oliendo los calzones sucios del canasto, buscando indicios de labial en la camisa, prestando atención ante cualquier nerviosismo extraño que pudiera arrojar alguna pista de «Doblete» por ambas partes…

¿Es una práctica sana?

Creo que si le nace la curiosidad por saber como está esa ex que ahora ya está casad@, o le da por pasearse entre sus fotos, sus estados y hasta sus comidas diarias, lo podríamos considerar una práctica común y silvestre. Sin embargo, si como prueba de amor le exigen la contraseña del teléfono, del Facebook y hasta de los correos para estarse vigilando de manera permanente creo que la respuesta es obvia…(mire que conozco a una cantidad increíble de amigos que revisan o son revisados de manera constante por sus respectivas parejas y son felices con ese acuerdo de cero privacidad).

Tampoco está chido que se haga pasar por el Hacker enmascarado y vulnere la privacidad de sus ex parejas con la intención de permanecer de una manera asquerosa y poco digna en su vida, aferrado a ciclos que tiene que dar por clausurados en beneficio de propia salud mental y obvio por la tranquilidad de esa persona que un día fue especial para usted.

No me atreví a revisar el teléfono de Martha…
(El nombre fue cambiado para proteger la identidad de Laura)

¿Porqué?
Quizá porque soy de esos tipos extraños que aún confían en la honestidad de las personas.
Quizá también por temor de encontrar cosas que no fueran gratas de leer (el que busca encuentra dicen), pero quizá mi mayor motivo sea experimentar ese pequeño placer personal de ver cómo se va transmutando la cara (de quien sea) cuando la tienes frente a ti , la llamas por su nombre y le dices:

Necesitamos hablar…

 

Blogguer: De las cosas sencillas
Twitter: @jasonpata
Contacto: jasonvasquezmarketing@gmail.com

Del autor:

Jason Vásquez es: 
Clown (conocido), músico (desafinado), dramaturgo (incipiente), escritor (de banqueta), director del Festival internacional de Circo, Comedia y Artes de la Calle VIDAFEST y de la Compañía Pata de Perro, desde hace veinte años.

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